miércoles, 18 de octubre de 2017

La ira


Cuando consideramos que alguien está vulnerando algún derecho, ya sea mío o de otras personas, mi cuerpo puede comenzar a notar ciertos síntomas que anuncian que la ira viene de visita, a saber; se acelera el ritmo cardíaco, aumenta la presión sanguínea, la respiración se descontrola y por mi cuerpo circulan cantidades ingentes de adrenalina y noradrenalina. Mi cuerpo siente una amenaza y se prepara para hacerla frente. La ira puede invadir mi cuerpo adoptando diversas formas, desde un simple enojo hasta la rabia más feroz. Además, posee la capacidad de escalar rápidamente, por lo que ese simple enojo puede convertirse en una montaña de ira. Cuando la ira es muy fuerte puede hacerse con el control de mis actos. Para hacernos una idea de esto podemos pensar en una cuadriga tirada por caballos bravíos, ¿qué pasaría si el conductor perdiese las riendas?

Las personas expertas en la materia nos aconsejan que debemos comportarnos de manera honesta con esa emoción, debemos respetarla y no sentirnos mal por ello. Lo que sí que debemos hacer es canalizar esa rabia de tal manera que su expresión sea lo más adecuada posible.

 A continuación os dejo un enlace a un vídeo en el que niños y niñas nos explican cómo gestionan su rabia.


Solo respira

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